¿Castellano o Español?
Tras analizar el capítulo de ¿Castellano o Español? de Por
los Caminos de la Lengua, de Manuel Alvar, página 47, de primeras puedan
parecer sinónimos, e incluso una pregunta sin importancia alguna. Sin embargo,
esta ha conllevado un significado interno que ha llevado a autores y a estados
enteros a decantarse por uno de los términos y rechazar el otro. Como ejemplo
de ello vemos a Chile, El salvador, Argentina o Ecuador, donde el uso de castellano está generalizado; mientras que
en México, Puerto Rico, Cuba, Colombia, Nicaragua, Honduras o Guatemala es
preferido el uso de español.
Siguiendo el hilo que presentaba Manuel Alvar en el libro Por los caminos de la lengua, apoyándose
en la obra de Amado Alonso: Castellano,
español, idioma nacional, llegamos a la conclusión de que el castellano, a lo largo del tiempo, ha
adoptado un carácter rancio, arcaico, centralista, que solo representa a una
región peninsular, y que deja atrás el valor predominante que tenía la cultura
de Castilla.
No obstante, es el español
el que remplaza al castellano, como nomenclatura para nuestra lengua, siendo
así apoyado por Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno o la mismísima Academia de
la Lengua.
Es así que las tribus indias que hablan ixil, pom, cachiquel o los huitotos, mirañas, muinanes o ticunas consideran al español
no solo una lengua unificadora sino un elemento de liberación.
De esta manera, tras recurrir a la geografía americana del español y a su historia como lengua, podemos observar que el castellano fue y es un elemento
disgregador y de supremacía, mientras que el español no solo representa a nuestro país sino que engloba a todos
los hablantes bajo una misma lengua y, por tanto, bajo una misma patria. No
obstante, no debemos olvidar que cada vez las nomenclaturas van perdiendo
sentido, y la lengua es lo que el hablante quiere que sea, dejando atrás las
diferencias.
Ignacio Fuerte, 1º Bachillerato B
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